miércoles, 6 de mayo de 2009
"Un corte" de Quim Monzó
El resumen del relato es el siguiente: un chico, Toni, entra en el aula con un corte en el cuello del que no para de salir sangre y tiene que soportar la perorata de su profesor, que ignora la situación del muchacho, sobre las buenas maneras y las reglas de comportamiento. Así pues, en cuanto a la primera definición de Pragmática ofrecida por Hernández Sacristán (“la pragmática es una teoría de la acción comunicativa que nos permite el estudio del uso lingüístico en tanto que acción social”), Toni está ofreciendo información sobre su estado -“Me han cortado con una botella rota”-, pero, al mismo tiempo, está pidiendo ayuda a quien considera que puede ayudarle y hacerse cargo de él. Ahora bien, éste, en vez de reaccionar como se espera ante esta situación, se dedica, como se dijo, a sermonear sobre la buena educación: no es la literalidad de su mensaje lo más significativo, sino la ignorancia de la gravedad de su alumno, su desatención, etc. Como se aprecia, lo importante no son tanto los contenidos informativos que se transmiten sino las acciones sociales que hay detrás, en especial la del profesor.
En cuanto a la segunda definición de Pragmática (“la pragmática es una teoría de la comunicación en tanto que actividad inferencial que implica a hablantes y oyentes”), resultan especialmente llamativas las dos primeras intervenciones del profesor –“A ver. ¿Ésas son maneras de entrar en clase, Toni?” y “¿Cómo se entra en clase, Toni? ¿Es así como se entra en clase?...”- ya que, además de no ofrecer inmediatamente su ayuda a Toni, le reprocha que entre en clase de manera tan abrupta, de lo que se infiere la acusación “Toni, te estás comportando de forma maleducada”, cuando esta acusación es totalmente ilógica en este contexto comunicativo. Igualmente, cuando Tony alega “Es que voy todo lleno de sangre, señor”, la inferencia es “No puedo ser educado en estas circunstancias”, pero su profesor no la deduce y sólo atiende la literalidad del mensaje –el contenido informativo “voy todo lleno de sangre”- por lo que responde “Ya lo veo”.
Por lo que respecta a la tercera definición de Pragmática –“la pragmática es un estudio del espacio interlocutivo en el que se integran los agentes sociales de la actividad comunicativa. Dicho en otros términos, la pragmática estudia los roles de hablante y de oyente”, lo curioso de este relato es que el profesor actúa manteniendo –e incluso exagerando- los roles de “profesor-alumno”, amonestando al muchacho por su forma de entrar en clase, cuando la peculiar situación del chico transforma los roles de la situación en “solicitante de ayuda-protector”. Así, si no se interpreta que el profesor no está en su sano juicio y por eso actúa tan irracionalmente, lo que puede pensarse es que el profesor está actuando de forma despótica, ignorando la situación de Toni para poder, a cambio, perorar sobre algo que cree oportuno en ese momento, las buenas maneras.
Finalmente, Hernández Sacristán define la pragmática como “un estudio del uso del lenguaje en tanto que actividad estratégica o negociada. Con ello queremos decir que la acción comunicativa de un interlocutor no puede valorarse nunca como acción singular e independiente de otras”. Pues bien, la historia del relato se caracteriza precisamente porque el profesor no respeta esta negociación que supone todo acto comunicativo, mientras que Toni se esfuerza por “negociar” con su interlocutor, lo que se observa sobre todo en el uso de la expresión “es que…” –“Es que Ferran y Roger, señor, han cogido una botella rota…”; “Es que voy todo lleno de sangre, señor”- que introduce una excusa, o en que responda a la amonestación del profesor diciendo “Buenos días”. La actitud insensata o tiránica del profesor se deriva, precisamente, de su negativa a “negociar” en la conversación con su alumno.
La situación que presenta “Un corte” resulta angustiosa, próxima a las historias de Kafka, pero nos alivia pensar que sólo se trata de un relato. Ahora bien, ¿acaso no hay situaciones en la vida real en la que la comunicación entre un inferior y un superior –o entre un grupo oprimido y su opresor- resulta imposible, con la sensación de impotencia que eso conlleva? O, para no ponernos tan serios, ¿podría analizarse pragmáticamente con los mismos resultados la conversación entre la operaria de Telefónica y alguien que llama para darse de baja?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario