martes, 9 de junio de 2009

¡Buenos días, princesa!



Lo interesante de esta escena, perteneciente a la película La vida es bella, es que permite observar cómo en ocasiones las estrategias de cortesía se enfrentan a las máximas de cooperación de Grice.
Como saben quienes han visto la película, para hacer más amable la vida de su hijo en un campo de concentración de la Segunda Guerra Mundial, el protagonista, Guido, le hace creer que está participando en un juego. Ambos están separados de la madre, a la que hace mucho tiempo que no han visto. Una mañana, para darle una sorpresa, Guido se apropia del micrófono de un altavoz del campo y grita “¡Buenos días princesa!”, a lo que sigue una serie de guiños y piropos a su mujer. Después deja hablar al niño, quién le dice a su madre que ya han conseguido muchos puntos en el juego.
La intervención Guido es un claro ejemplo de cortesía positiva abierta y directa, pues, como se ha visto en el capítulo de Escandell Vidal, “se basa en la expresión de aprecio hacia el destinatario y sus deseos, y en la similitud de estos deseos con los del emisor. Quiere ser una muestra de intimidad, familiaridad y amistad, y construye una plataforma común para la interacción: diminutivos cariñosos, chistes y bromas…” Con esto se relacionan perfectamente las palabras “¡Buenos días, princesa!” [“princesa” es un apelativo cariñoso, que contrasta con la situación real de la mujer, atrapada en un campo, con un uniforme de presidiaria, etc.]; “he soñado toda la noche contigo” [muestra la intimidad, la familiaridad y el deseo hacia el interlocutor]; “íbamos al cine y tú llevabas aquel vestido rosa que me gusta tanto” [guiños a situaciones compartidas entre los interlocutores]; “sólo pienso en ti, princesa, pienso siempre en ti” [de nuevo un apelativo cariñoso, acompañado de una muestra muy clara de afecto]; “y ahora…” (aquí interviene el niño) “¡mamá! papá me lleva en carretilla, lo hace fatal, me hace morir de risa. Vamos los primeros, ¿cuántos puntos tenemos hoy papá?” (de nuevo habla el padre) “Vámonos, que vienen los malos que gritan” (y el niño) “¿Dónde?” “Aquí, aquí, corre, ven, deprisa”.
Pues bien, la máxima que se viola de las establecidas por Grice es la “cualidad”, primero porque seguramente lo que indica el padre (que ha soñado toda la noche con ella) no sea cierto, sino que lo dice por mostrar su afecto y cercanía hacia su mujer; y segundo y más claramente porque la historia que el hombre le ha contado a su hijo, esto es, que todo lo que están viviendo no es más que un juego, no es cierta, aunque el niño se lo crea y le hable de ello a la madre. Pero el recurso a la estrategia de cortesía positiva supone la transgresión de la máxima de cualidad… y todos somos capaces de “perdonar” al entrañable protagonista de La vida es bella.

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