jueves, 11 de junio de 2009

La cortesía en tiempos de guerra










Hay que reconocer que el objeto de estudio elegido es bastante curioso y por tanto intentaré explicar por qué precisamente carteles de la guerra civil española. Primero, porque como muchos tengo cierto interés en ese triste episodio de nuestra historia; segundo, porque siempre que se habla de persuasión se alude al empleo de la indirección, lo subliminal, la sutilidad con la que se convence al destinatario para que haga lo que queremos. Así ocurre, por ejemplo, con buena parte de los anuncios publicitarios de hoy en día. Ahora bien, ¿qué ocurre si cambiamos drásticamente la situación, y en vez de en una sociedad de consumo y de bienestar como la nuestra nos situamos en tiempos de guerra? ¿Es necesario entonces recurrir a estrategias indirectas? Es más ¿es posible? ¿Resultaría adecuado? Incluso cuando se agrede la imagen negativa del receptor, esto es, la necesidad de cada persona de no ser molestada, de no ver invadido su territorio, ¿se utilizan estrategias de cortesía?
Todos estos carteles tienen algo en común que se observa enseguida: un mandato expresado de forma directa, esto es, un acto de habla directivo: “evacuar Madrid” (con un error de conjugación), “Aidez!!”, “Aidez l´Espagne”, “Ingresad en la Juventud Socialista Unificada”, “Salvad la producción”, “Alistaos en las milicias del P.O.U.M.”, “Atacad”. Se emplea la forma verbal correspondiente a los mandatos, esto es, el imperativo; con otras palabras, en estos carteles se ordena algo al receptor. No se dan opciones, se impone una determinada acción, lo que se enfrenta al principio de cortesía establecido por Lakoff. Se limita la libertad de acción del destinatario, una de las estrategias establecidas por Brown y Levinson correspondientes a la imagen negativa; ni siquiera se recurre a fórmulas como “por favor”, no hay palabras que mitiguen lo enunciado y se tutea receptor. Es más, en algunos casos la única inscripción del cartel es la orden, sin que se ofrezca una explicación de la misma; las excepciones son: “Que tu familia no viva el drama de la guerra [evacuar Madrid] es ayudar a la victoria final”, “[Aidez!!] La croux rouge espagnole, elle asiste aux blesses da guerre”, “[Ingresad en la Juventud Socialista Unificada] por el pan, trabajo y cultura”.
La imagen que acompaña a los textos en los carteles tiene un carácter dramático y/o agresivo y atacante (manos en alto, armas, uniformes bélicos); es decir, imagen y texto presentan el mismo tono. En algunos casos la imagen apunta directamente a quien observa el cartel, como en el de “Salvad la producción” (que recuerda ciertamente el cartel americano que pedía el alistamiento de hombres en el ejército); en el cartel “Atacad” se apela al destinatario con el vocativo “soldados de la república”. El mensaje es, pues, totalmente directo.
Se obvian por tanto todas las estrategias de cortesía negativa, de forma que estos carteles, fuera de contexto, pueden resultar (de hecho, lo son) agresivos y provocadores: fuera de contexto. Y es que no hay que olvidar que fueron pegados en los muros de las ciudades en guerra (u otras del exterior, pero interesadas de algún modo por lo que estaba ocurriendo en España) de los años 1936-1939. El mensaje está determinado por la situación en que se produce: sería absurdo que en estos carteles aparecieran inscripciones como “Nos gustaría contar con usted en la Juventud Socialista Unificada”, que seguiría estrategias de cortesía como la indireccionalidad, el empleo del condicional, etc., con las que no se impondría nada al oyente, sino que se le ofrecería una opción. Resultaría tan absurdo como que las imágenes de los carteles fueran de carácter alegre e infantil, no hirientes y conmovedoras como las que presentan los estudiados.
Lo que ocurre, por otra parte, es que la relación entre el emisor y el destinatario es claramente de solidaridad, esto es, no es jerárquica (el emisor no considera que está en una posición inferior al destinatario, como sucede por ejemplo entre una empresa y el cliente al que quiere vender su producto); ambos están viviendo la misma situación, la cual por motivos evidentes crea fuertes lazos de camaradería, de manera que en la fórmula ideada por Brown y Levinson para determinar la cortesía de los enunciados el factor “distancia social” es muy bajo: de ahí el tuteo, por ejemplo. De todas formas, el motivo fundamental de la forma de estos mensajes es la urgencia, la necesidad de que se cumpla lo que se pide, sin dejar opción al destinatario a actuar de otra manera.

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