miércoles, 6 de mayo de 2009

Los componentes de la enunciación en cuatro viñetas




A continuación se analizarán los distintos componentes de la enunciación en cuatro viñetas de carácter humorístico aparecidas en la revista Muy Historia nº 11 “Grandes revoluciones”. Se sigue básicamente el capítulo de Mª. V. Escandell Vidal. Se ha elegido este documento porque permite algunas reflexiones de interés sobre algunos de los componentes de la enunciación.
Así pues, en cuanto al emisor, este es “Romeu”, el firmante de las viñetas, pues es él quien ha producido intencionalmente una expresión, en este caso no sólo lingüística sino también icónica. El destinatario son todos aquellos lectores de la revista cuyos conocimientos de Historia les permiten interpretar el contenido de las viñetas; así, alguien que por azar hojee la revista y al llegar a esta página sea incapaz de entender lo representado por Romeu, no será un destinatario, sino un receptor, ya que el autor de los dibujos no dirigía a él su enunciado; es simplemente un lector ocasional. Por lo que respecta al enunciado, en este caso, como se dijo, lo que produce el emisor no son sólo expresiones lingüísticas (el contenido de cada uno de los bocadillos que aparece en las viñetas) sino también los dibujos que figuran en cada uno de los recuadros. Sería por tanto más propio hablar de “mensaje” que de “enunciado” ya que, según Escandell, el mensaje puede designar cualquier tipo de información transmitida por cualquier tipo de código, mientras que “enunciado” se usa específicamente para hacer referencia a un mensaje construido según un código lingüístico.
Por lo que concierne al entorno (o situación espacio-temporal), lo más destacable es que el espacio físico en el que se produce el mensaje difiere del de su recepción. Otro factor que hay que señalar en este sentido es que el mensaje se incluye en una revista divulgativa sobre Historia, de carácter comercial, que procura ser interesante y amena pero no demasiado especializada, evitando siempre una imagen de seriedad. No hay duda de que este rasgo distintivo del soporte en que se publican las viñetas determina las características de las mismas.
Quizá el componente de la enunciación que resulta más curioso de analizar en este caso es el de la información pragmática: ciertamente, el destinatario del mensaje tiene que poseer una determinada información pragmática para poder entender el contenido de las viñetas, esto es, ha de poseer cierto conjunto de conocimientos sobre Historia, que el emisor presupone y con el que cuenta a la hora de producir su mensaje. Por ejemplo, para la primera viñeta, la información pragmática necesaria consiste en el conocimiento de que en la Prehistoria hay diferentes etapas, que se diferencian entre sí en parte por los diferentes utensilios y herramientas, cada vez más perfeccionados, que utilizaban los hombres: por eso la mujer le reprocha a su marido que todavía use el hacha “de la última glaciación” y no una “de bronce colado” como hacen todos los vecinos. Para interpretar la segunda viñeta, el lector tiene que tener en mente un determinado referente cultural, la pintura de David “La muerte de Marat”, en la que este destacado personaje de la Revolución Francesa aparece asesinado en la bañera; de esta forma se comprende el humorismo de la escena, pues el “Marat” retratado por Romeu muestra gran tranquilidad cuando Carlota llega hasta a él con su gran cuchillo. En la tercera viñeta aparecen varios jóvenes chinos uniformados que desfilan ostentando el libro rojo: el lector ha de tener ciertos conocimientos sobre la Revolución China y sobre “El capital”, libro de Marx, para entender el guiño desafiante que uno de los chicos le dirige a un compañero: “¿Tú te lo has leído? ¡Aún es más aburrido que el capital!”. Finalmente, la información pragmática que ha de poseer el receptor (la cual, no hay que olvidarlo, comparte con el emisor) tiene que ver con la revolución sexual de la segunda mitad del siglo XX y el feminismo: sólo así se entiende lo que dice una de las mujeres en la última viñeta, “me he liberado, tomo anticonceptivos, me gano la vida, exijo mis derechos y he quemado los sostenes”. Sin estos conocimientos mencionados, difícilmente un lector puede comprender y disfrutar los chistes gráficos de Romeu; seguramente le parecerían que están escritos en otro idioma, pues las dificultades para su interpretación serían las mismas.
En cuanto a la intención del emisor, esta consiste en divertir, entretener, distraer, etc. al receptor; parece apreciarse un atisbo de crítica social en la primera viñeta (crítica a la rapidez con que pasan las modas, al absurdo de las mismas, la sociedad de consumo, etc.) y en la tercera (la masa que no sabe bien qué es lo que defiende), pero lo que queda claro es que la intención principal es la de hacer pasar un buen rato al receptor.
Finalmente, por lo que atañe a la relación social, el emisor tiene una determinada función con respecto al destinatario, pues su propósito o su misión son, como se dijo al tratar la intención, distraerlo, hacerle pasar un buen rato; de hecho, la intención del mensaje podría considerarse subsidiaria a la relación social ya que, como humorista, su función es precisamente crear algo, transmitir un mensaje, que tenga un valor o un fin humorístico.
Han sido analizadas así las cuatro viñetas de la revista Muy Historia, un tipo de mensaje (no sólo lingüístico, sino también gráfico) con unas características especiales, que ha permitido cierta reflexión sobre algunos de los componentes de la enunciación.

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