lunes, 25 de mayo de 2009

La diferencia receptor/destinatario en el final de "La colmena"


Sobre la diferencia entre el receptor y el destinatario, resulta muy interesante el final de La colmena de Camilo José Cela. El resumen del cierre de la novela es el siguiente: en un periódico aparece publicado un edicto en el que se pide a Martín Marco, el personaje principal, que se presente ante los tribunales de justicia. No obstante, mientras que Martín, que hojea el periódico, se salta precisamente la parte dedicada a los edictos, el resto de personajes (familiares, amigos, conocidos) que leen el diario esa mañana se encuentran con el edicto dirigido a Martín, por lo que se enteran de su próximo encarcelamiento y se entristecen. Con otras palabras: Martín es el destinatario del edicto, que sin embargo no recibe ni descodifica el mensaje; sus familiares, amigos y conocidos, sin ser los destinatarios, se convierten en los receptores. De ahí el dramático y amargo final de la novela, donde todos los allegados a Martín conocen la noticia mientras que este la ignora y parece especialmente feliz y descuidado esa mañana.


EL MENSAJE:

El edicto (que en la novela sólo aparece nombrado, sin que se indique su contenido concreto) debía de tener una forma parecida a la siguiente:

Martín Marco […] desconociéndose en la actualidad su paradero, comparecerá en el término de ocho días […] para prestar declaración en las diligencias previas que se instruyen en el Juzgado Militar…


EL DESTINATARIO:

Martín dobla el diario, lo guarda en el bolsillo de la americana, y rompe a andar […] El periódico se lo ha leído de arriba abajo […] La sección de anuncios, los edictos y el racionamiento de los pueblos del cinturón, es lo único que Martín no leyó.


LOS RECEPTORES

Rómulo pasa la hoja y recorre las columnas […] Se detiene ante unas breves, apretadas líneas. La garganta se le queda seca y los oídos le empiezan a zumbar.

- Lee
Ventura enciende una cerilla para que la chica pueda leer.
- ¡Pues sí, en buena se ha metido tu amigo!

- Mire. Lea aquí.
Celestino lee despacio, con el entrecejo fruncido.
- Mal asunto.
- Eso creo.
- ¿Qué piensa usted hacer?
- No sé. ¿A usted qué se le ocurre?

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